La carne de apereá no es muy conocida, a menos que uno se mueva en el campo, donde preparan ricos platillos con esta carne, que se caracteriza por su alto contenido de proteína y pobre en grasas.
El apereá o cuy se conoce que fue domesticado hace más de 2000 años, y en Perú su consumo resale al período de la cultura Peracas 300 a.c.
El apereá vive en matorrales densos y es frecuente encontrarlo en zonas agrícolas, es una fuente importante de proteína, y forma parte de la dieta de nuestros campesinos. Generalmente se acostumbra prepararlo asado.
También se ha popularizado en Uruguay el consumo de la carne de jabalí, originario del Cáucaso, que fue introducido en las décadas de los años 20. Nuestros campesinos, a lo largo del tiempo, han cruzado los cerdos domésticos con el jabalí, llamándolos “chanchos salvajes”.
Su carne es exquisita y apta para elaborar embutidos, cazuelas, empanadas jamón, costillares y chorizos.; además de deliciosos platillos que son ofrecidos en algunos restaurantes, de acuerdo a la temporada.
Pero el jabalí salvaje se ha convertido en un problema para la agricultura y la ganadería del país; la reproducción del jabalí es imparable y matan al ganado ovino, y los daños causados alcanza la suma de millones de dólares en carne y lana, que ha traído como consecuencia el abandono de la cría de ovejas. Convirtiéndose en una plaga para el campo. Para poder controlar esta plaga, se resolvió permitir la caza controlada del jabalí.