Alrededor de esta palmera existen hermosas leyendas guaraníes que narran su origen y describen su fruto de color anaranjado, con un intenso aroma y sabor agridulce.
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Butiá fruto exquisito de la palmera yatai nace de una leyenda guaraní
Butiá fruto exquisito de la palmera yatai nace de una leyenda guaraní

Antes de la llegada de los colonizadores a Uruguay, cerca de la laguna Negra, vivía una tribu guaraní, que se sustentaba a través de la caza y la pesca. Entre los miembros de la tribu vivía un niño, Butiá Yatay, que acostumbraba todas las tardes ir a observar el cielo y especialmente el dios Tupá, el sol. Que a lo largo del día recorría el firmamento. Al indiecito le intrigaba cómo Tupá todos los días nacía y moría con el ocaso.

Butiá buscó una respuesta a su preocupación, y pensó que igual como ocurría en la tribu, donde los súbditos se sentaban alrededor del Gran Jefe, Tupá, seguramente estaba en el centro sentado en su trono, mientras que las estrellas y la luna giraban a su alrededor.

Batiá les contaba a sus padres lo que él pensaba sobre Tupá, las estrellas y la luna; pero sus padres preocupados le aconsejaron al pequeño guaraní de no repetir esas cosas, porque Tupá podía enfadarse y lanzarle una maldición.

Un día, Batiá vio que desde el horizonte se acercaba algo arrastrado por las aguas del mar, y cuando llegó a la costa se dio cuenta que era un árbol nunca visto antes, una palmera, que tenía unos frutos rojos, que al probarlos encontró que eran dulces como la miel.

Butiá Yatay tomó una decisión, recolectó todos los frutos de la palmera y regresó a la tribu. Se despidió de sus padres e inició un viaje siguiendo el sol. Por todos los caminos, que recorrió Batiá, empezaron a crecer palmeras, que habían germinado de las semillas de los frutos que Butiá dejaba caer.

Los padres de Butiá esperaron en vano el regreso del pequeño guaraní; hasta que una tarde vieron llegar a la orilla una palmera, que tenía entre sus ramas la vincha del indiecito. Desde ese momento los indios e la tribu llamaron a esa palmera Butiá Yatai.