La cocina del campo uruguayo es poco conocida, por la sencilla razón que solamente el 0,5% de la población vive en el campo; donde se consume una rica variedad de platillos y sobre todo de carnes, que no llegan a Montevideo, como la anguila de tajamar, ranas, apereá, liebre y jabalí entre otras.
Entre los platillos cabe destacar uno muy especial el Sangonacho, il sanguinaccio, venido de Italia, de la región Campania y para ser más específico perteneciente a la cocina del Cilento en la provincia de Napoli e Salerno.
Il sanguinaccio napolitano se preparaba con la sangre del cerdo durante los Carnavales, precisamente el día de San Antonio Abate, protector de los animales, del campo y de los campesinos.
Fueron los monjes de la congregación de este santo, quienes se dedicaron a criar cerdos y a utilizar todos los productos útiles al hombre, por cierto, aliviaban las penurias del herpes zoster, conocido como “el fuego de San Antonio”, con la grasa del cerdo.
En los pueblos en la región Campania se acostumbraba en un ritual sacrificar el cerdo el 17 de enero, y la sangre era usada para preparar una crema con cacao, azúcar, harina, un vino especial dulce, conocido como vino cotto, chocolate fundente, grasa del cerdo, frutas caramelizadas, canela, clavos de olor, uvas pasas y nueces. Una delicia. Cocido en una olla grande de cobre.
Con una parte de este preparado se acostumbraba rellenar los intestinos del cerdo, que luego se ponían a cocer en agua hirviendo.
Entre los emigrantes italianos llegados a Uruguay, había campesinos provenientes de la Campania, y como era de esperarse introdujeron en la cocina uruguaya su cocina, como el sangonacho, preparado con algunas modificaciones y puede ser salado además de dulce y en donde hay coco se le agrega.